Zirkel es el restaurante que está en el club Alemán, con una de las vistas más románticas de Buenos Aires, ya que está ubicado en el piso 22 de la Av. Corrientes 327.

Lo divertido es que podés elegir una mesa con vista al centro porteño o al Río de la Plata y tener la complicidad de la luna para que sea testigo del nacimiento de un fogoso romance. Para lograrlo con éxito, primero te preparan una buena cena y aseguran que la velada sea inolvidable.

El encargado de eso es Pablo Greco, un joven chef que viene cocinando desde el año 1992 y, en esta ocasión, le da el toque personal a la cocina de Zirkel. Por lo general, cuando alguien comenta qué va a comer a cualquier lugar que contenga el nombre “alemán”, imagina que en el plato le van a acomodar un par de salchichas con piel rodeadas de chucrut. Por suerte no se trata de eso, la propuesta vas mas allá.

Al entrar al restaurante tuve la suerte de encontrar una mesa con vista al río. Me pedí una botellita de Saint Felicien Malbec y a mirar la carta, mientras que el Río de la Plata hacía las veces de un cuadro viviente.

La propuesta es interesante: para la entrada no podía decidirme entre la burratta con tomate asado, jamón crocante y rúcula o el Strudel de queso acompañado con mermelada de cebollas. Rápidamente convencí a mi acompañante, que le gustaba alguna de esas entradas, y así pude probar las dos. La burratta estaba impecablemente sabrosa con su acompañamiento, pero el Strudel se llevó mis elogios, realmente muy rico y de buena textura.

Cruzando los platos, el romance se iba fortaleciendo, así que volví a pedir la carta para ir a los principales e ir fortaleciendo lazos para asegurarme la hora del postre. Uno de los elegidos fue el cordero cocido a 64° con risotto de mascarpone y lima, una combinación perfecta. El otro, aunque parezca redundante, también fue risotto, pero como el protagonista, en este caso de Malbec y romero con unas mollejitas crocantes.

Para el postre me tenté con los ravioles de cordero con manteca y salvia, pero me convencieron de que lo más apropiado era el strudel de manzanas con helado de crema y garrapiñada de almendras. Pedimos sólo uno para compartir y así poder seguir la velada un poco más íntima.

Publicado por Daniel Rosa el 22/04/15