Un amplio edificio con tres plantas, que incluye una terraza en el segundo piso, que por el momento puede ser utilizada para tomar un trago o fumar un cigarrillo. Tino(s) son también los diminutivos de dos nietos.
Tinos es Mediterráneo puro, por el origen familiar croata y griego, pero también por la propuesta ideada por el chef Pablo Greco, que trabajó con este estilo de cocina en West Bengal e Italpast La Reserva. También pasó por Pedemonte, un clásico de Buenos Aires. La primera impresión que nos llevamos de Tinos fue la correspondencia entre materia prima y manejo de ellas por parte del chef. Sabores genuinos, no escondidos en preparaciones presuntuosas que no van con este estilo de cocina. Luego, los precios, muy razonables de acuerdo a lo que se ofrece a los clientes. En síntesis, Tinos es un lugar de platos sencillos, ricos, sin pretensiones excesivas y que representa una isla en Núñez, un barrio que al igual que su vecino, Belgrano no presenta precisamente abundancia de restaurantes de nivel.
Tinos es un oasis (mejor dicho una isla) en Núñez, barrio donde no hay demasiadas propuestas valorables para salir a comer.
Para empezar, hay que elegir entre milhojas de berenjenas con albahaca, tomate, orégano y muzzarella; cazuela de papas fundidas en Cheddar y panceta crujiente; pinchos de pollo asado con alioli, y langostinos chilenos grillados con vegetales y salsa de naranja. Fuera de la carta, probamos una sopa de calabaza con chipirones. Las pastas representan un capítulo esencial en Tinos. Por caso, los tortellini de cordero patagónico con crema de romero, riquísimos. Otros opciones son los spaghetti di mare in cartocchio; lasagna de ragú de ternera, y tagliolini con pomodoro y albahaca. También los risotti, ya sea el de hongos de pino con azafrán, como el de langostinos y rúcula.
Los “clásicos a nuestro estilo” son los lomitos de pollo a la fiorentina con batatas; matambrito a la napolitana con papas rústicas; saltimbocca a la romana con puré de papas, y filet de ternera con setas de estación. Hay opciones de carne: involtino de pollo relleno de albahaca, mozzarella y tomates secos con papas rústicas; cordero patagónico braseado con risotto de mascarpone y limón (muy recomendable); bondiola a la cerveza negra, y ojo de bife de 300 gramos con papas y salsa criolla. Los pescados en tanto, pasan por el abadejo con caponata de vegetales y salmón chileno con emulsión de camarones, entre otros.
Los postres son bastante clásicos; lo mejor es pedir la degustación para compartir. Recomendamos la pannacota de vainilla con coulis de frutos rojos. Y para acompañar, el café de Segafredo, sin dudas. La carta de vinos por ahora es corta, pero está en proceso de construcción. También hay barra de tragos. Fuera del horario de almuerzos y cenas, Tinos funciona como cafetería. Muy buena panera; se cobra servicio de mesa.